
Efectivos policiales de La Paz, Bolivia, reprimieron, ayer, a los ex mineros de Huanuni, quienes marchaban por el centro de la ciudad, para pedir restitución cooperativas mineras, al Presidente Evo Morales, por el desempleo que viven desde la nacionalización de la minas. En las calles se enfrentaron los cooperativistas con los trabajadores sindicalizados de las minas.
El conflicto comenzó cuando el estado ejerció la función de mediador entre los negocios de las empresas multinacionales y los ciudadanos. Con el objeto de garantizar beneficios sociales a los trabajadores y abolir el trabajo infantil.
La reforma implementada por el gobierno boliviano de eliminar este pseudo sistema cooperativo, creado en 1985 cuando las minas estatales pasaron a manos privadas, es desoída por las empresas mineras. No están dispuestas a resignar ganancias al implementar la relación de dependencia de los trabajadores.
Según datos suministrados por el Centro de Promoción Minera, contraparte boliviana de la organización no gubernamental estadounidense CARE, más de 13 mil 500 niños y adolescentes trabajan en la minería artesanal, extracción de estaño, plata y zinc.
Los niños que trabajan en la minas
Valentín Condori tenía 10 años cuando la comenzó a trabajar en la cooperativa minera en reemplazo del padre muerto. Así asumió la jefatura de su hogar, ya que la falta de seguridad social por el sistema perverso de este falso mutualismo dejo al grupo familiar sin pensión u otro tipo de subsidio.
“Tenía ocho años cuando he empezado a apoyar a mi padre enfermo trabajando en la superficie de la mina en Chorolque. Cuando murió, sus compañeros me permitieron ingresar a los socavones como ayudante para cargar mineral, luego he estado agujereando roca, preparando dinamitas y también las hice explotar. A Dios gracias, nunca tuve un accidente”, relata este joven de 35 años aunque parece de 60, ahora es albañil en la sureña ciudad de Tarija, con la salud resquebrajada por la silicosis, enfermedad por exposición al polvo de sílice.
A lo largo de la carretera que une Villazón con Potosí se pueden ver carteles con fotos de los niños mineros con la leyenda “Queremos jugar, estudiar, no queremos trabajar en las minas” De acuerdo al informe de 2008 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la salud de los niños que laboran en la minería artesanal es la más vulnerable. Están expuestos a accidentes pues manipulan dinamita e inhalan gases tóxicos, polvo y partículas minerales. Pierden audición por el ruido de las explosiones, de perforadoras y deben permanecer muchas horas en posiciones incómodas. Además, corren riesgo de sufrir aplastamientos de pies o manos y lesiones en músculos, tendones y articulaciones.El contacto y la inhalación de sustancias tóxicas provocan afecciones orgánicas agudas y crónicas. En la minería aurífera, el “barranquilleo”, lavado de arena para encontrar oro, se realiza en el ambiente insalubre de ríos contaminados con mercurio, sulfuros, residuos minerales, aguas negras y basura. También se exponen a afecciones de la piel y respiratorias, fiebre amarilla y reumatismo, intoxicación crónica y diarreas.
La expectativa de vida de un minero es, en promedio, de 45 años. Bolivia cuenta con instrumentos jurídicos como el Código del Trabajo y el Código del Niño, Niña y Adolescente que establecen en 14 años la edad mínima para trabajar y prohíben la contratación de menores en trabajos peligrosos e insalubres como la minería. Las cooperativas violan la norma y contratan a las familias por cuatro dólares diarios, sin diferenciar las edades.
La reforma laboral en las minas emprendida por Evo Morales y tan resistida por las empresas multinacionales que regentean estas cooperativas, trata de impedir que los niños sean sólo vistos como suma de bracitos para extraer el mineral de las entrañas de la tierra.
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