Durante tres días (desde el jueves 3 de diciembre hasta el sábado 5), miles de chilenos velaron los restos de Víctor Jara, en la Plaza Brasil, de Santiago de Chile.
El cantante y autor fue fusilado de 44 balazos poco después del 11 de septiembre de 1973, durante el golpe militar que terminó con la vida del presidente Salvador Allende, que intentaba llevar pacíficamente su país al socialismo.
Pero 36 años más tarde, en junio de 2009, sus restos fueron exhumados, se enviaron muestras de ADN al Instituto Genético de Innsbruck (Austria), que confirmó que los despojos pertenecen al creador del Movimiento Nueva Canción Chilena y ratificó que la causa de su muerte fueron múltiples heridas en la cabeza, tórax, abdomen, piernas, brazos y manos.
Se debe recordar que el ejército chileno ha entorpecido las investigaciones y que, el único procesado por el crimen, es hasta ahora un ex conscripto (José Paredes Márquez), cuyo fusil, como se pudo establecer, jamás disparó.
Uno de los momentos más emocionantes del funeral sucedió cuando se hizo presente Michelle Bachelet, de luto estricto, y formó parte de la guardia voluntaria que durante los tres días se fue turnando para acompañar al cantante.
Al retirarse, la presidenta escribió estas palabras en el libro de condolencias abierto al público: “Luego de 36 años, Víctor Jara, un gran hombre y gran luchador social, finalmente descansará en paz”.
La marcha hacia el cementerio, fue encabezada por la viuda del cantante, Joan Turner, y sus dos hijas. Al cruzar el puente sobre el río Mapocho, una lluvia de claveles rojos cayó sobre el féretro.
Fue la primera vez, desde el golpe militar de 1973, que una marcha de izquierda no terminó reprimida por los carabineros, y fue la única oportunidad, en 36 años, que las fuerzas represivas no montaron provocación alguna contra una marcha popular.
Fuente: Luis Frontera
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