
Robin. Explicó que Europa prohibió el uso de semillas transgénicas y que en la Argentina explotó su utilización durante el gobierno de Menem.
La periodista francesa Marie Monique Robin dedicó los últimos años a investigar cómo la empresa multinacional Monsanto, con base en los Estados Unidos, desarrolló el uso de semillas genéticamente modificadas, para hacerlas más resistentes, mientras que al mismo tiempo impulsó en forma asociada la utilización de un poderoso herbicida, que puede generar efectos nocivos a largo plazo sobre la tierra y los seres humanos. Según Robin, en Europa se prohibió el uso de cultivos transgénicos, mientras que en América del Sur se expandieron en forma exponencial, de la mano de la soja, gracias a sus cotizaciones crecientes en los mercados internacionales. De acuerdo con sus investigaciones, volcadas en un libro y en un documental, El mundo según Monsanto, la empresa hasta “manipuló estudios científicos para tapar los efectos de las toxinas sobre el ser humano”.
“Monsanto no solamente es el primer productor de transgénicos en el mundo, sino que también desde el año 2005 es la primera empresa semillera del mundo”, explicó Robin a Crítica de la Argentina, recién llegada al país para presentar su libro y su documental mañana, a las 17, en el Auditorio Borges de la Biblioteca Nacional. El trabajo advierte sobre los peligros resultantes del crecimiento exponencial de los cultivos transgénicos, que en 2007 cubrían 100 millones de hectáreas, con propiedades genéticas patentadas en el 90% por Monsanto.
“La soja transgénica nunca fue estudiada y tampoco fueron estudiados los efectos que puede producir en la gente, en el consumidor, en los animales o en el medio ambiente. Hubo una falta total de investigación científica para verificar si hay problemas o no. La segunda cosa es que Monsanto pudo vender el Roundup, el herbicida a base de glifosato, porque mintió. La empresa fue condenada por publicidad mentirosa en Estados Unidos hace ya diez años y en Francia el año pasado”, explicó la periodista.
–¿Por qué mintió?
–Siempre dijo que este herbicida era biodegradable, es decir que luego no queda nada ni en el suelo, ni en el aire, ni en el agua, que no tenía problemas para el medio ambiente, ni para la salud de las personas que lo utilizan. Todo eso es mentira. Lo que reveló mi investigación es que no es biodegradable, queda en las aguas, queda en los suelos mucho tiempo. Hay un estudio secreto de Monsanto que se pudo desclasificar en Francia que revela que Monsanto enseña nada más que el 2% del Roundup es degradado después de ocho días. Además hay muchos estudios que revelan que el Roundup puede llevar al cáncer.
–Además se realizan fumigaciones sin ningún control.
–Sí, claro; cuando estuve haciendo mi documental, Argentina, la soja del hambre, en 2005, lo vi. Están fumigando hasta en las puertas de las escuelas; yo estuve filmando en una escuela por ejemplo, ahí cerca de Paraná, y estuve en una comunidad en Formosa donde todos los cultivos estaban destruidos y la gente se enfermaba. Es una catástrofe sanitaria que ya está en marcha. Este producto, por ejemplo, en Dinamarca lo prohibieron definitivamente como otros herbicidas de Monsanto u otras compañías que han contaminado países enteros. La Argentina ya está totalmente contaminada y me da mucha pena.
–¿Por qué se desarrolló tanto la soja en la Argentina?
–En mi libro escribo sobre esto, como fue que la Argentina, que no era un productor de soja como Brasil, se lanzó a esta aventura yo diría suicida. Monsanto pudo entrar en la Argentina porque era la época de Menem y vamos a decir que era un gobierno muy débil para ciertas cosas. En Francia y en otros países de Europa tuvimos la crisis de la vaca loca. Por eso hubo una demanda muy grande de soja, y el precio subió mucho en el mercado internacional. Como la Argentina tenía este problema de la crisis económica, el Gobierno apoyó la famosa sojización del país.
Monsanto es una empresa muy poderosa. ¿Cuál cree usted que es su objetivo?
Monsanto se propones controlar la alimentación del mundo y no está muy lejos de poder lograrlo. Lo hace a partir de la manipulación genética de organismos y luego con el sistema de patentes de las semillas, que nada tiene que ver con la idea de alimentar al mundo que ellos mismos publicitan. Tienen todo muy bien armado: Monsanto vende las semillas patentadas, vende el herbicida creado para esa semilla y prohíbe la compra de glifosato (base del herbicida) como genérico. Tiene todo en el “paquete agrícola”: semillas, herbicida y las patentes del producto. Con el patentamiento de las semillas se cierra la fase en la que se adueñan del control de la alimentación.
Entonces no sólo vende semillas y agrotoxicos, sino un modelo de agricultura ¿Cuál es su consecuencia?
El problema de este modelo es que los grandes sojeros no viven donde se fumiga. Son pooles de siembra que ponen su dinero, hacen su contrato y se olvidan de todo. No son agricultores. Para 500 hectáreas de soja se utiliza una persona por año. En cambio en la agricultura familiar, para las mismas hectáreas y tiempo hacen falta 5 personas. Y los habitantes del lugar son los que pagan las consecuencias. Monsanto impone un modelo agrícola sin agricultores, por eso la contracara de este negocio para unos pocos es el hambre y la miseria para millones de campesinos en todo el mundo. Es un modelo criminal.
El combo Monsanto es la semilla y el Roundup Ready, que es un elemento sumamente tóxico ¿Cuál es su consecuencia sobre los humanos?
El daño es irreversible, lamentablemente. Está probado que la soja RR es sumamente tóxica, dañina para la salud humana y contaminante de aguas, aire y tierras. Es un veneno que entra además en la cadena alimentaria, de ahí la importancia de llevar una alimentación orgánica.
Mientras preparaba el documental “El Mundo...” consulté qué medidas tenía que tomar para no ser fumigada mientras filmabamos con mi equipo. Nos recomendaron estar a más de 100 metros, con máscaras de gas, mameluco y botas especiales... como astronautas. En Santa Fe vi como se fumigaba hasta en las puertas de las escuelas. Una locura. ¿Qué opina del decreto que emitió Cristina Fernández de Kirchner el pasado enero, que en su artículo tercero plantea concientizar a la población en el uso racional de los agrotóxicos ¿Es posible hacer uso racional de estas sustancias?
Puedes verlo como el inicio de algo, que es mejor que nada... Pero los agrotóxicos son tóxicos y al fin y al cabo contaminan. La empresa históricamente ocultó los resultados de los estudios toxicológios realizados, manipuló datos y científicos, lamentablemente. Argentina está toda contaminada y eso es irreversible. Estoy segura de que en algún momento el glifosato se va a prohibir como pasó con el PCB. Mientras tanto, son los gobiernos los que tienen que realizar estudios y no conformarse con los entregados por la empresa.
¿Qué generan los transgénicos?
No sabemos porque no hubo ningún estudio. Hacen falta estudios de dos años por lo menos para saber la toxicidad crónica de los transgénicos. Lo que si se sabe es que en los estudios llevados a cabo con ratas se detectó algo en los órganos de toxifiación, pero los estudios se pararon. Lo que se sospecha es que en los transgénicos, como hay una manipulación del ADN, por lo menos provocan alergias. Es una incógnita, por eso es tan preocupante. Tampoco hay una voluntad de responder esta pregunta. Siempre digo que si hay polémica por qué no hacemos los estudios para acabar con la polémica.
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