1 abr 2010

Malvinas: primera parte. ¿Por qué “Chile apoyó a los ingleses”?

Por Luis Frontera

El pueblo de Chile se debate en la tragedia y, frente a la solidaridad de gran parte de nuestro país, otros argentinos se empeñan en recordar el apoyo de la dictadura militar de Augusto Pinochet a las fuerzas de la OTAN, durante la Guerra de Malvinas.


Si bien el soporte del ejército chileno a los ingleses fue un “secreto a voces” durante todo el conflicto, la evidencia recién apareció el 10 de octubre de 1999, con la siguiente declaración textual de Margaret Thatcher: “Bajo las órdenes de Pinochet, Chile nos dio una invalorable asistencia cuando Argentina invadió las Falkland”.

Posteriormente, el ex canciller de Chile, Hernán Cubillos, declaró que la Fuerza Aérea de Chile informaba a los ingleses los vuelos militares argentinos, y que el único día que el radar chileno no pudo emitir, la Argentina logró hundir dos barcos enemigos, que esa vez no fueron alertados sobre el ataque.

Se sabe, además, que el 20 de mayo de 1982, en medio de los combates, un helicóptero Sea King cayó en Punta Arenas, permitiendo suponer que Gran Bretaña operaba desde allí, y que era posible o aún probable una invasión chileno-británica a toda la Patagonia.

Hasta ahí la información que duele. Pero a partir de ése párrafo, la otra historia, personal, pero que posibilita, tal vez, habitar los hechos y verlos de una manera atemperada.

A fines de marzo de 2002, con la finalidad de estar en Chile el 2 de Abril, para la conmemoración de los 20 años de la guerra, subí a varios micros hasta llegar a Punta Arenas.

Quería preguntarles a los chilenos por qué habían obrado de la manera en que se pensaba que habían obrado.

Y no debía hacerlo por fax o por teléfono.

En una época en que se ama por internet y se mata por computadora, tenía que ir personalmente.

Para viajar a Chile, además, me había impuesto una consigna, algo infantil pero subjetivamente eficaz: “No se puede ir de visita a un corazón, sin llevar el propio”.

Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes (adonde regresé a fines de 2009, para hablar otra vez sobre Malvinas), es una ciudad bellísima y que brilla entre el canto profundo de las aves y el aroma profundo de las ostras.

Llegué al diario “La Prensa Austral” (7000 ejemplares) un viernes a las 21 horas. Dije que era periodista argentino y que quería revisar su archivo desde el 2 de abril al 30 de junio de 1982.

Los colegas, sin conocerme, no sólo me hicieron pasar sino que además me sirvieron café.

Como el archivo ya estaba cerrado, mandaron a un empleado a buscar la llave.

Durante varias horas, hasta casi la madrugada, revisé los diarios. Y leí palabras duras, como éstas: “Si a los militares argentinos les hablan de pelear contra una alianza de EE.UU. y la URSS, sólo pedirán que los dejen estudiar los detalles”.

Y vi otros artículos que llenaron de vergüenza al periodismo de nuestro país: como una famosa nota de “Gente”, asegurando lo siguiente: “Estamos ganando”

Pero lo principal que leí fue el constante lamentarse del rotativo chileno por la muerte de jóvenes argentinos. Y también, un señalamiento puntual y continuo del coraje y del heroísmo de los soldados argentinos.

Afecto, respeto, música argentina en todas las radios chilenas y algunos resquemores por cuestiones limítrofes (que también existen de nuestro lado de los Andes), eso es lo principal que encontré en Chile y, en la próxima nota, intentaré detallar algunos sentimientos del pueblo trasandino.

Fuente: Luis Frontera

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